Cuidar de las lenguas indígenas, procurar su reconocimiento y fortalecerlas nos enriquece y nos alegra, lo que se demuestra en el hecho de que muchas palabras nuestras provienen de ellas, de la misma manera que algunos cantos y rituales se amalgaman con los de otras culturas; al final, todo esto nos permite aprender de los otros y con los otros, entendernos como un país diverso que se construye, desde sus diferencias, en el proyecto de acercarse al latido del corazón de cada lengua como parte de su experiencia de vida y de su espíritu..
Para nosotros los indígenas (…) la cultura es la vida misma, es la posibilidad de existir como un pueblo indígena, diferente a los demás colombianos, con una lengua propia, creencias, costumbres, tradiciones autóctonas, unos bienes espirituales propios y vivos, basados en una ciencia y conocimiento tradicional que nos orientan en el diario vivir y nos permite dirigir autónomamente el rumbo de nuestras vidas… (Instituto Colombiano de Bienestar, ICBF, 2014, pp. 102-103)