De agua, viento y verdor es este país: agua de los ríos y lagunas, viento que atraviesa el paisaje como lo hacen las voces de los hermanos o los padres de los niños y las niñas cuando les contamos los antiguos relatos de nuestros ancestros o cuando la voz de las mamás es canto que arrulla y apacigua; verdor que delata la fertilidad de la tierra, madre generosa a la que honran la mayoría de los pueblos cuyas palabras se han reunido en este libro: Kamëntša, Korebajʉ, Embera Chamí, Sáliba, Kokama, Yagua, Awá, Ette Ennaka, Wiwa, Totoroez, Sikuani, Jiw y Nʉkak.
En esta publicación visibilizamos sus lenguas, todas en riesgo de perderse, con el deseo de aportar a su revitalización desde los espacios a los que llega Fiesta de la Lectura y que son privilegiados para transmitirlas a las nuevas generaciones: en la primera infancia con los primeros cuidados impregnamos a los niños de los ritmos de sus lenguajes nativos, de sus culturas. Por otro lado, estos espacios son importantes para reconocernos y celebrar nuestras diferencias. Esa es otra de las apuestas de esta publicación: despertar la sensibilidad por los sonidos de esas otras lenguas, tender un puente para escuchar lo que dicen y dejar que las palabras de sus cantos y relatos vuelen entre nosotros, por todo el país.
Finalmente, y como en esta publicación celebramos la diversidad cultural y respetamos la equidad de género, a menos que indiquemos lo contrario, cuando hablamos de “niños” estamos refiriéndonos a niños y niñas; también cuando aludimos a los “padres” , apuntamos a las mamás y a los papás, si mencionamos a los “abuelos”, señalamos a los abuelos y las abuelas y cuando nombramos a los “agentes educativos” pensamos en los hombres y mujeres que cuidan y acompañan a los niños.