En el mundo hay aproximadamente 6700 lenguas (UNESCO, 2016): poco menos de la mitad, 2680, se encuentran en peligro de extinción y, de acuerdo con los expertos, cada catorce días muere una de ellas. 


En Latinoamérica existen 522 pueblos indígenas que hablan 420 lenguas (Unicef, Funproeib, 2009). Colombia es el tercer país de la región en número de pueblos indígenas, detrás de México y Brasil, y el segundo en cantidad de afrodescendientes. Los 102 pueblos nativos que habitan su territorio tienen 65 lenguas vivas; además el país cuenta con dos lenguas criollas y una cuantiosa comunidad rrom o gitana, que aporta su propio idioma.

Esto habla de un país que se ha construido desde la diversidad, cuya geografía la habitan y sienten gentes tan diferentes como sus lenguas. Sus palabras nos enseñan a vivir, entender y sentir de forma heterogénea el país, continuamente ponen en juego formas distintas de nombrar los cerros, las lagunas, los valles, las ciudades... Gran parte de lo que sabemos del ambiente natural está codificado en las lenguas de transmisión oral.