Las relaciones de cuidado de los niños y niñas que se construyen desde la gestación, nos ponen en el lugar de la armonía, un principio de equilibrio fundamental para la humanidad, especialmente expresado en los cantos, arrullos y relatos de las comunidades indígenas. Preguntémonos en lo que pasa en una familia o una comunidad cuando llega una nueva vida al mundo, ¿quiénes dan el nombre? ¿Cuáles son los cuidados de las madres durante el embrazo, por qué se realizan? ¿Conocen dietas después del embarazo, como se realizan? ¿Cuál es el papel de los hombres en los cuidados de los niños y las niñas? ¿Qué prácticas existen durante la espera del nacimiento? ¿Cómo el silencio, el arrullo y los juegos acompañan los primeros momentos de la vida? 


Acercarnos a comprender que las infancias se tejen en su relación con los demás: familias, cuidadores, agentes educativos, plantas, animales, lugares e historias; nos lleva a tener plena conciencia de los niños y niñas como portadores y constructores de su cultura, sujetos activos en el conocimiento de su comunidad y su entorno, valiosos por su manera de expresar, jugar, moverse, hablar, sentir y aprender. Cuando acompañamos las infancias y compartimos con ellos formas de expresar y escuchar con los demás, estamos propiciando espacios para que desde la gestación nos reconozcamos en nuestra lengua y cultura, encontremos al otro igualmente valioso y asumamos el respeto como un principio en el curso de nuestra vida. En este sentido, De agua, viento y verdor, se suma a la valoración y el reconocimiento de los niños y niñas del país como “sujetos plenos, con voces, potencialidades y conocimientos”. 


“Desde esta mirada, la protección integral de los derechos de los niños y las niñas, que se concreta en la atención integral a la primera infancia, no solo tiene que ver con velar por minimizar las vulnerabilidades que afectan sus vidas. Tiene que ver con que los niños y niñas, desde el vientre, puedan gozar de su vida en plenitud, puedan disfrutar la diversidad: puedan vivir sus culturas sin temor a la discriminación, puedan disfrutar sus cuerpos con todas sus particularidades (formas y tamaños, colores, habilidades, texturas y olores)” 

(CIPI, 2016, pág. 15) 


Ahora bien, ¿cuántas maneras distintas de ser niño o niña existen en nuestro país? ¿Podemos identificar elementos comunes entre ellas? Pensemos en estas preguntas como una manera de iniciar conversaciones con familias y cuidadores, y propiciar espacios para la valoración del rol de la familia y la comunidad como guías de la construcción identitaria y cultural en la primera infancia. 


Así pues, desde la gestación y durante la educación inicial, el cuidado y el afecto en el arrullo o los consejos, son la sombrilla que abriga la crianza y el desarrollo en los primeros años de vida. Al caminar con las comunidades indígenas, la palabra de consejo y los modos de vida que procuran el respeto en armonía con la naturaleza y las personas, conlleva a que cuidadores, familias y agentes educativos tengamos una invitación a conversar, disfrutar y valorar espacios de exploración, creación, cuidado emocional y afectivo para los niños y niñas, partiendo de la diversidad como realidad y posibilidad de aprender y hacer con el otro desde la escucha y el encuentro individual y colectivo. 


Entrar en las expresiones de las comunidades indígenas desde la gestación nos da lugar a preguntarnos por las propias maneras de ser y hacer para construir experiencias que transiten en ida y regreso hacia la interculturalidad. Cuando viajamos entre nuestra identidad y nos encontramos con las formas de manifestar la lengua y la cultura de los pueblos indígenas vamos al interior del otro en un camino sin cercas, con los sentidos abiertos a leer y conocer el mundo entre lo inesperado, puestos en el lugar de un lector que teje a través del sonido, la observación y las palabras un espacio entre sus expresiones, sus historias familiares y las de otros, en distintos lugares, con otras voces y expresiones. 


¿Cómo se accede a la lengua y la cultura en la primera infancia? Las familias, las comunidades indígenas −y podría extenderse los mestizos, afro, gitanos o ROM, palenqueros y raizales expresan la entrada al universo individual, familiar y colectivo a través de manifestaciones culturales como el baile, el tejido o la música; o lingüísticas como los cantos y los relatos. Dichas expresiones permiten a los niños y niñas darle significado a su existencia en el mundo. De otra parte, los involucra en escenarios para el reconocimiento de las manifestaciones culturales, religiosas, familiares, de crianza y de género que construyen las formas de vida. 


Qué tal si invita a los niños y niñas, mujeres gestantes, familias y cuidadores a que acompañen y provoquen experiencias de transformación artística desde la escucha o espacios de tejido, pintura y expresiones tradicionales de su comunidad, ¿cómo aporta dicha experiencia al fortalecimiento de la identidad en la primera infancia? ¿Cuál es el rol de los cuidadores y las familias en acompañar la expresión y la creación desde la gestación? ¿Qué expresan los niños y las niñas al encontrarse con fotografías, paisajes sonoros, relatos o canciones en De agua, viento y verdor? Bajo lo anterior, De agua, viento y verdor, convoca a las familias, cuidadores y agentes educativos a acompañar los espacios y momentos en los que los niños y niñas se acercan a sus tradiciones, exploran su entorno, expresan su identidad y comparten con otros sus modos de vida desde la gestación. 


Con lo anterior, el viaje por las comunidades indígenas a través de De agua, viento y verdor nos une en el respeto, la valoración, el intercambio y el diálogo con cada una de las lenguas, sonidos, relatos e imágenes que allí se encuentran. 


Piense en su familia como el primer lugar donde usted generó vínculos afectivos, escuchó sus primeras palabras y se encontró con el mundo a través del juego y la exploración de una manera particular; con un nombre y apellido propio, alimentos de la región y una lengua que canta, habla y baila. Una vez acompañamos a los niños y niñas en el cuidado y la libertad de explorar, construimos su identidad en armonía, es decir, en relación con los lugares, las personas y la naturaleza. ¿Cómo contribuye De agua, viento y verdor en el fortalecimiento y construcción de los significados culturales de los niños y las niñas? 



Recuerde que:


• En la vida de los niños y niñas intervienen diferentes personas que resultan importantes en su desarrollo. Comúnmente, identificamos a las madres, padres, abuelos y abuelas, sin embargo, para algunas comunidades, los hermanos mayores ocupan un lugar central, al ser cuidadores de los más pequeños. Para otros, los médicos tradicionales inciden de manera fundamental en el cuidado de la salud, al velar por la armonía de las relaciones que se tejen alrededor de ellos. Las nanas, los tíos, parteras, maestras y otros seres del mundo también pueden ser considerados agentes importantes para el desarrollo de los niños y niñas en distintas culturas.


• Los niños y niñas crecen y se desarrollan a ritmos distintos. (CIPI, 2016, pág. 16) Cada niño y cada niña tiene formas diferentes de desarrollar sus capacidades, aunque compartan unas formas comunes de acercarse al mundo: el juego y la exploración.

 

• No todas las comunidades identifican el desarrollo de los niños y niñas de la misma manera, ni valoran acontecimientos presentes en el curso de la vida de igual forma: por ejemplo, para algunos tiene valor el momento en que se pone el nombre a un bebé, para otros, su primer baño o corte de uñas.