Justo antes de tener a sus bebés, las mujeres tomaban una infusión de yagé. Una vez estos nacían, los envolvían en hojas de plátano para que fueran trabajadores, fuertes y tuviesen muchos hijos; entonces se decía Uwari, “ya nació” o Ainu suitpe, “ya se salvó”. 
Después del parto las madres se bañaban con agua de yagé y a los niños los protegían con una hierba llamada copal, que no solo impedía a los malos espíritus dañar sus cuerpos sino que los obligaba a salir de las malocas.