Desde la antigüedad, cuando las mujeres quedan embarazadas el tradicional las mira, les cura para saber lo que les va a venir, si es niña o niño; por medio de su saber se dan cuenta qué le viene a la señora.

Si es niña, el tradicional tiene que hacer una curación con caldo de yuca cocinado que se llama manicuera. Con eso le hacen prevención a la niña mientras está en el vientre de la madre, hasta que pasan los nueve meses. Cuando nace la bebé, el tradicional cura pensando para qué va a servir, si como dueña de comida o como dueña de chagra. El tradicional piensa qué puede ser cuando ella sea grande.

Así, el tradicional cura a la niña desde que nace hasta que cumple un año. Luego le sigue haciendo curación y prevención.

Cuando la niña va creciendo y llega a la edad de diez, once o doce años, cuando ya le viene por primera vez el periodo, nuevamente el tradicional se sienta a curarle para que ella más tarde sea dueña de chagra. A partir de ese momento ella no puede tener relación con ningún hombre hasta que el tradicional la autorice, tampoco puede reírse con los hombres; no puede salir del espacio de la maloca para que no llegue la mala suerte. De esta manera, desde nuestros antepasados, cuidamos a las niñas para que no tengan problemas cuando ya sean dueñas de comida o dueñas de chagra.