Al nacer, todos los Yukuna reciben dos nombres: uno en español, para el intercambio con la comunidad, y otro en lengua, que funciona para la vida espiritual. El nombre en lengua se otorga en el momento que se realiza la primera curación de sal de monte, entre los 12 y 24 meses, cuando el bebé puede comer sal. El niño o la niña recibe el nombre de elección de los padres, el cual suele darse por un antecesor de la generación paterna.

En la ceremonia de curación de sal, los padres escogen un padrino o una madrina; se trata de un miembro de la comunidad reconocido por su buen trabajo y función. Este, al darle el primer alimento curado con sal de monte, transmite al niño o la niña su fuerza, ya sea de curandero, de maloquero, de cantante-bailarín o de dueña de comida o de chagra. Esta ceremonia es un equivalente a un bautizo o a la presentación del bebé a la comunidad.

Actualmente, si el niño o la niña continúan con el oficio que le fue entregado al momento del bautizo, a los diez u once años deben realizar las dietas indicadas por su padrino y por el tradicional. Esto significa que han de dejar atrás prácticas como juegos, ciertas actividades diarias y charlar con niñas (en el caso de los niños) o con niños (en el caso de las niñas). Además, ya no comerán animales grandes ni determinadas verduras.

Si un niño yukuna finaliza este proceso sin romper la dieta, recibe el yuruparí. Si es una niña, pasará a ser dueña de la comida o dueña de chagra. En ese momento, además, ambos reciben sus segundos nombres en lengua, los cuales les dan el ingreso a la vida adulta. No obstante, si rompen la dieta o deciden no tomar el camino que se les otorgó, conservarán solo sus primeros nombres de bautizo.