El bautizo o armonización es el momento en el cual hombres y mujeres arhuacos se relacionan por primera vez con el mundo espiritual. Antes de que nazca un niño o una niña, la madre teje una mochila que representa las nueve líneas de la vida. Esta mochila se queda en casa y contiene las aseguranzas. 

Al nacer el bebé, los Arhuacos siembran la placenta en el lugar de origen familiar, pues esta fue la primera casa donde vivió el bebé desde la concepción y no se debe abandonar. Por los siguientes dos meses, madre y recién nacido se guardan en casa, donde ella evitará bañarse o cosechar. Transcurrido este tiempo, mamá y papá van con el mamʉ, quien se encarga de poner nombre, fuerza y pensamiento al niño o la niña. Después de este «bautizo», la mamá vuelve a sus actividades cotidianas de siembra, cocina y tejido. Ella se encargará de cuidar el pensamiento que dio a su hijo o hija durante la gestación, mientras que el papá será el guía del recién nacido hasta que sea joven.