La Sierra se formó cuando Serankwa, el padre, se extendió en forma de espiral desde el plan hasta los picos nevados. Él puso cuatro varillas de oro —ɟwisímʉnʉ— sostenidas por cuatro hombres en los puntos cardinales. Estos son los dueños de los temblores y, cuando se cansan de sostener las varillas, cambian de hombro y la tierra tiembla. La fuerza de Serankwa rige el planeta Tierra; la de Seykukwi rige la oscuridad y las tinieblas; la de Arwawikʉ rige la fuerza de la vida y la luz; y la de Kakʉ Kariwkukwi representa el infinito y el espíritu del cosmos.

Después de creadas las planicies alrededor de los cuatro puntos cardinales, crearon los picos nevados de la Sierra y, en medio de la cordillera, pusieron varias cimas. Allí hay guardias de honor que vigilan en forma de mamʉ o autoridades espirituales. Ellos son padres de todo —animales, pueblos, plantas, aguas—, en ellos está representado el universo. Serankwa se casó con cuatro esposas, las cuatro tierras: Bunnekʉn o tierra blanca, Gunnekʉn o tierra amarilla, Mannekʉn o tierra roja y Seynekʉn o tierra negra. Esta última era muy fértil y se extendió por todas partes con semillas, plantas, árboles y frutas; también se pobló de animales de monte y animales domésticos. 

Luego de crear a todos los seres, quienes irían aumentando en número de acuerdo a sus propias leyes, se crearon en los cerros piedras preciosas, estas se transformaron más tarde en ollas de barro, que hoy son los cuatro pueblos de la Sierra: Wintukwa o Arhuaco, Kággaba o Kogui, Sánkawa o Wiwa y Kankuamo. Los Arhuacos fueron creados para sostener el mundo en uno de los cuatro puntos cardinales.