Alrededor del primer año o año y medio de vida, cuando ya el bebé puede beber solo, los Embera le pintan la cara y el cuerpo, lo coronan con lana y le ponen pulseras de chaquiras. Al ritmo de un tambor, sus padres hacen que lo carguen una mujer y un hombre trabajadores para que también el niño o la niña sea trabajador. Después lo bañan y alimentan y la fiesta continúa: la chicha y los bollos de maíz se reparten mientras cantan y bailan. Los padres escogen con mucho cuidado a quien carga a sus bebés, pues si lo hace un ladrón o un perezoso, el niño será como ellos.