El camino a ser Nʉkak Baka empieza cuando una madre está embarazada, pues ella alimenta a su hijo consumiendo jugos de frutos que no son ácidos, caldos y carnes de pequeños peces y pájaros, chontaduro y yuca. El chamán reza agua y se la da a la futura madre para que su parto sea rápido y sin problemas.
Cuando llega el momento del parto, la madre va a la selva cercana sola. Mientras tanto, desde su chinchorro el chamán la acompaña y la protege con su pensamiento, evocando imágenes en las que algo se desliza suavemente, para que el bebé se deslice fuera del cuerpo de su madre de ese modo. Entre tanto, el papá pinta su cara, se adorna con plumas y espera, como todos los hombres del campamento. Cuando se escucha el llanto del bebé, las mujeres van a auxiliar a la madre, cortan el cordón umbilical y entierran la placenta. La madre limpia al bebé con hojas, a veces con agua, y ambos regresan al chinchorro. A la mañana siguiente, el padre madruga al caño cercano, bebe agua y se purifica, mientras la madre y la abuela cortan el cabello del bebé, pintan su cuerpo y su cara con achiote y carayurú, una tintura vegetal roja oscura, y lo adornan con plumas.