Desde tiempos antiguos, los Sáliba bailan la danza del bututo, con la que Pulu les enseñó a celebrar para agradecer, protegerse y despedirse  de los difuntos. Fue justo después de que su hijo venciera a la gran serpiente que salió del Orinoco para devorarlos. Pulu pidió a las mujeres que pintaran en sus caras, con rojo y negro, los dibujos que tiene en su caparazón la tortuga morrocoy, para representar aquello que permanece. A los hombres les dijo que se pintaran flores y hojas. Luego les enseñó a bailar el bututo, imitando con sus movimientos los que hace el güío, la boa. Siguiendo el compás de las flautas macho y hembra, los danzarines emplumados van en pareja, llevando sus flautas y bastones. Con los bastones, también emplumados, golpean el suelo rítmicamente, mientras bailan. Pulu y su hijo los acompañan.