Cuando un niño o niña kogui nace, llega a una familia con un linaje particular según su lugar de origen, como el de los jaguares o el de los armadillos. El linaje está presente en el nombre tradicional que se le da al niño y en el tejido de las mochilas. Si un hombre lleva una mochila con líneas rojas, por ejemplo, es porque pertenece al linaje Limaco; si lleva una con líneas amarillas, es un Díngula. 

Cada linaje tiene a su cargo el cuidado de los elementos de la naturaleza, la primera madre. Las mujeres kogui también les dicen a sus niños y niñas que el agua es su jaba, su madre, por eso cuando están en el río no arrojan piedras ni chapotean. Como protectores de la naturaleza, ellos deben cuidarla y respetarla. 

Mientras el bebé permanece en el vientre, está conectado con el pensamiento de su mamá, está en casa. Ella, en compañía del mama y del papá del bebé, usan la fuerza de su pensamiento para los propósitos de la vida de su hijo o su hija. Si el propósito de este nuevo kogui es cuidar de los alimentos de la huerta, cada integrante de la familia lo acompaña y comparte palabra de consejo con el niño o la niña para que esto suceda, pues desde la gestación los niños kogui están en continuo aprendizaje y armonización con su entorno.