La vida de los Arhuacos está marcada por la reciprocidad. A lo largo de la vida, todos los seres de la naturaleza —plantas, animales, personas, aire, sol, cerros, lagunas, ríos, mar— comparten entre sí pensamientos, frutos y alimentos. Todo lo que el pueblo Arhuaco tiene para dar y recibir se llama makuruma, el «regalo de regalos». 

La makuruma puede ser material: los hombres intercambian las hojas de ayu (coca), las mujeres comparten la lana mientras tejen, se recibe de la tierra el fruto del maíz en cada cosecha y cuando un visitante llega trae plátanos y frutas a casa de su anfitrión. También puede tratarse de un intercambio espiritual, como cuando se entrega la fuerza al cerro en agradecimiento por los caminos y los animales, o se devuelve, a través del pensamiento, la fuerza al páramo para que haya lluvia. 

Además de makuruma, los Arhuacos también hacen pagamento, una costumbre en la que niños, niñas, hombres y mujeres ofrecen sus intenciones y pensamientos para equilibrar con ellos todo lo que se recibe y se usa de la madre tierra. Cada momento de la vida en la Sierra necesita un pagamento y, en ocasiones especiales, como el bautizo o la muerte, es el mamʉ quien lo hace. 

Por eso, cuando se visita una casa arhuaca o se camina por un lugar de la Sierra Nevada de Santa Marta, es ideal llevar makuruma a sus habitantes y hacer pagamento agradeciendo a la madre tierra por todo lo que se recibe de ella.