Los Sáliba descienden de la Madre Tierra, están hechos del polvo que Pulu sopló por la nariz. Pulu tuvo un hijo, nacido de su jugo de la vida al caer a la tierra. Cuando el niño creció ayudó a su padre a excavar un hueco del que brotó el agua y así se formaron las lagunas, los caños y los ríos. Aún no había matas de monte, rastrojos o morichales. 
En su andar, padre e hijo encontraron dos mujeres a la orilla de un río y les prometieron que les traerían compañeros porque la tierra estaba despoblada. Al cabo del tiempo cumplieron su promesa y las mujeres se enamoraron. 
Al convivir con las personas a la orilla del río, Pulu y su hijo quisieron que ellas lo navegaran. Entonces esparcieron semillas por las orillas de los ríos y las lagunas y crecieron árboles gigantes. Tumbaron los más altos y enseñaron a los Sáliba a hacer canoas y canaletes. Como los Sáliba todavía no sabían remar, aprendieron del hijo de Pulu, que imitó el vuelo de una gaviota y su canto… por eso los Sáliba mueven el canalete como las gaviotas sus alas. 
Pulu y su hijo también les enseñaron a los Sáliba a construir sus casas, cuidar los animales y pastorear el ganado, a pescar, cazar y cultivar la tierra. 
Además, Pulu les enseñó rezos para curar las enfermedades, el secreto de las plantas, el respeto por la naturaleza y el valor de ser generosos y compartir.