Cuando los Kakua se van de cacería o de pesca, se alejan de la comunidad por unos días. Duermen en campamentos que ellos mismos hacen en medio de la selva y allí
se quedan hasta que obtienen la cantidad de alimento que necesitan. El momento perfecto para pescar es la noche. Cuando cazan, lo hacen con armas de fuego y cerbatanas. Estas se elaboran con madera de la palmera que camina, un árbol que llaman así porque sus raíces expuestas le dan la apariencia de tener patas. Las cerbatanas miden poco más de un metro, tienen forma tubular y son muy pesadas. Soplando a través de ellas, los Kakua lanzan a gran velocidad dardos hechos con madera y algodón que envenenan con curare. 
Como los demás grupos indígenas del Vaupés, los Kakua también practican la agricultura y dependen del casabe y la fariña. Según Cathcart (1973), las mujeres van a la chagra cada mañana a recoger la yuca brava y la preparan usando un rallador que no elaboran ellas mismas, sino que compran a otros grupos indígenas.
Las mayores utilizan ralladores de 60 a 90 centímetros, mientras que las jóvenes usan otros más pequeños; incluso las niñas de tres años ayudan a este proceso.