Los niños y las niñas crecen jugando en el territorio. Cogen animales e insectos con sus manos, los atrapan, los lanzan por los aires y los persiguen. En el agua, juegan con los peces, los capturan, los sueltan y los ven nadar. También se trepan en los árboles y juegan entre las ramas con otros niños y niñas. Desde muy pequeños, se les enseña a reconocer los peligros de la selva y cómo moverse en ella. Por eso, gracias a esta educación temprana, los Kakua tienen grandes habilidades para sobrevivir en un medio que puede llegar a ser muy hostil. Así, crecen hasta convertirse en excelentes caminantes, rápidos, atentos y sigilosos.