V
El padre habló con el padre de la cuidadora, que también era murciélago. Este aceptó invitó a los niños a seguirlo. «Digan a sus padres que alisten la comida para el viaje, para ir a conseguir la flauta”, les dijo. Los padres aceptaron y, cuando estaban listos, se fueron. Luego llegaron a un caño llamado Yepuya, y fueron más lejos y llegaron al caño de Uvas caimaronas, y fueron más lejos hasta llegar al caño Pɨkaña, y desde allí caminaron más lejos y llegaron al caño Anón.
Pasaron todos esos caños y llegaron hasta el sitio donde estaba la caña para hacer carrizo. El papá murciélago les dijo: «Descansemos acá, a la orilla de este caño. Estamos cerca, mañana vamos a sacar la caña».