II
Entonces ellos se fueron a la chagra y volvieron. Cuando regresaron, la mamá del niño, para hacer casabe, raspó, raspó y raspó la yuca. Primero le dio pecho al niño y luego si se puso a raspar. Después de darle pecho, raspó, ralló e hizo casabe. Una vez el casabe estuvo listo, la niñera cogió al niño y lo llevó hacia la orilla del río. Fue al puerto y comenzó a bañarlo, lo bañó, lo bañó. Cuando el niño se durmió, le abrió el cráneo, lo abrió, le destapó la cabeza. Con el casabe que había bajado, empezó a sacar el cerebro y empezó a comer, metía el casabe y se comía el cerebro. Nadie sabía que ella comía gente.
Con el tiempo, los padres empezaron a preguntarse por qué el niño estaba pálido, débil. Se preguntaban «¿Qué estará pasando?». Por eso fueron a espiar a la niñera a escondidas. Se preguntaban por qué, cuando la mamá terminaba de hacer casabe, la niñera siempre llevaba el niño a la orilla del río.