Yo estoy contando que los mayores de los Kawiyarí fueron los tsujune. Había otro grupo llamado neeyerí (hormiga conga) que ya no existe. Esos grupos kawiyarí fueron cinco, pero como los neeyerí desaparecieron, solo existen cuatro. Ahora aquí está la historia propia de los Kawiyarí. 
I 
Ellos vinieron enfermos. Exactamente no sé qué pasó, pero voy a contar lo que entiendo. En un principio no existía la tierra, solo piedras, y así mismo, el llamado río Pirá sostenía el cielo, el bastón del mundo. Por eso, ese río contiene mucho poder, muchas enfermedades; por eso, de ese río subieron enfermos. 
Los muhnuye, que eran dioses, desde un principio fueron dueños del mundo. Eran tres personas que así mismo subieron por ese río Pirá y fueron a pedir tierra a Ripu, el dueño de la tierra. Ripu les dio una bolsita de tierra y les dijo: «Con su conocimiento tienen que curar la tierra y cuidar que no haya enfermedades, para que no haya movimiento de tierra, como los terremotos. Curen toda la tierra y después la sueltan en la maloca». 
Los muhnuye no obedecieron, no tomaron en serio el consejo de Ripu, no hicieron caso y no curaron la tierra. Cuando soltaron la tierra sin curarla, se empezó a mover todo. La tierra se movió como las olas y aparecieron montes, lomas, montañas; y todos los seres que habitaban la tierra, que antes se podían ver, quedaron tapados. Así surgen las lomas. Al moverse la tierra también se taparon las casas de los malos espíritus, espíritus invisibles, como anaconda. 
II 
Luego, otro día, los muhnuye fueron a pedir la olla de noche al dueño de la noche (en kawiyarí no encuentro el nombre del dueño de la noche, pero en la lengua de mi mamá sí, en taiwano es Ñamisodá). 
El dueño de la noche les dio la misma recomendación, curar la olla de noche antes de llegar a la casa. Ellos no hicieron caso y soltaron esa olla a la mitad del camino, por eso se enfermaron y todo el cuerpo se les empezó a pudrir, y sufrieron de granos. El hermano menor de ellos era un sabedor.
El hermano menor nombró todo y le mandó esa enfermedad a un árbol llamado barbasco. Todos comieron y se curaron con una pepa de suˈti (wansoco). 
El hermano menor, después de curar, se quedó pensando que ellos vivían así, que ellos armaban el esqueleto para la maloca, pero como no amarraban con bejuco duro entonces el viento lo desbarataba. Ellos vivían así, de pronto ese era un ejemplo de lo que sucede hoy día (por eso las tragedias por los fuertes vientos). 
Los muhnuye se sentaban esperando la noche, pero nunca oscurecía. Era de día todo el tiempo, por eso escucharon al dueño de la noche y así mismo se fueron a pedir. Ellos escucharon que el dueño de la noche les dijo que les iba a ayudar con algo importante, como el plumaje que se pone en las estas, y ellos llevaron esa olla; pero nada sonaba, nada de lo que suena en la noche. El dueño de la noche les dijo: «Lleguen a su maloca y hagan toda la protección para que no tengan los malos sueños que le dan a uno, para que se protejan de lo malo que pueda suceder en la noche». 
Por no curar la olla de noche, y soltarla a mitad de camino, ahí se quedaron los muhnuye en la oscuridad. Ahí les cogió la noche y les llovió toda la noche. Por eso ahí se les mojó el yopo y los hermanos se revolcaban de lo malo. El menorcito sacó el mambe de la boca y lo puso en un palo, y ese palo se convirtió en una sombrilla grandota, y escampó ahí, ahí escamparon. 
A ellos se les aparecieron visiones: pescado, carne, enfermedad de la misma noche, oscuridad. 
Cuando debía ser de tardecita, como a las seis, empezaron a cantar los animales de la noche. El hermanito les decía que todavía no era su hora. Los hermanos al escucharlos le preguntaban si ya venía el día, pero él les decía que todavía no. 
Las visiones que les aparecían a los muhnuye eran solo enfermedades de noche; las enfermedades de noche son veneno, trueno, viento fuerte, culebra, tigre. 
Ya luego, los grillos de noche cantaban y como a media noche volvieron a cantar. Él les fue diciendo a los hermanos mayores: «Ya estamos en media noche». El hermanito menor les decía que todavía no iba a amanecer, y en ese momento subió al árbol suˈti. 
Estando encima del árbol empezó a mover las ramas, sacó de ellas las pepas y las lanzó hacia abajo, donde estaban los hermanos. Ellos, como estaban durmiendo ahí, encontraron esas pepas, las partieron, las probaron y se sintieron aliviados, se les fue quitando la enfermedad. Como al probar sintieron el alivio, le dijeron al hermanito que con esa pepa tocaba curar la enfermedad. 
El hermanito menor, que se llamaba Aˈya, empezó a curar, guardando todas las visiones que le aparecían a sus hermanos. 
A la madrugada volvieron a cantar otra vez los animales de la noche. Ahora sí, el hermanito menor les dijo que ya casi estaba amaneciendo, que faltaba un poco para amanecer; y así, poco a poco, se fue aclarando. Amaneció. 
III 
Amanecieron y siguieron caminando hasta que llegaron a la maloca del abuelo oso hormiguero. Cuando iban llegando, escucharon que estaba hablando mal de ellos, se estaba burlando; se burlaba de que eran los dueños del mundo, de que eran poderosos, de que nadie les ganaba: «¡Esos, llamados muhnuye, calvos, cabecipelados! Que amanecieron sufriendo». 
El oso se burlaba del mal ajeno. Esto lo digo porque hoy en día la gente hace lo mismo, se burlan del mal ajeno y los otros escuchan. Después de escuchar, los muhnuye entraron y dijeron: «Hola abuelo oso». Entraron reclamando: «Oso, usted estaba hablando mal de nosotros». El oso les respondió que él estaba era diciendo: «¡Ay mis nieticos, que estaban sufriendo, aguantando frío!», pero como ellos ya habían escuchado que estaba hablando mal de ellos, secaron el yopo que se les había mojado, lo terminaron de secar y le soplaron el tabaco al oso, castigándolo por burlarse. Por lo fuerte del tabaco, el oso se emborrachó y salió corriendo, los hermanos le tiraron una verada que se le pegó y quedó como esa cola de oso hormiguero. 
Así me contaron la historia los otros viejos. No recuerdo qué dice de ahí para arriba, así llegaron a la maloca de ellos. Después de eso ya no se volvieron a enfermar, ya todo estaba bien, podían dormir, mambear, vivir y comer tranquilos. 
El barbasco es una planta venenosa usada para pescar. El wansoco es un árbol que bota leche parecida al caucho. El yopo es una mezcla de tabaco pilado con ceniza de guarumo. La verada es una caña con la que se hacen las echas.