Los ancianos recuerdan que cuando los primeros Kokama aún vivían con Shaimushi, bajo la tierra, allí cantaban al ritmo de los tambores. Que luego, cuando se preparaban para la fiesta del carnaval iban a la montaña a conseguir una palma y que, mientras la cortaban y cargaban, bailaban y cantaban al ritmo de tambores y quenas. Hoy ambos instrumentos alegran los bailes de las cosechas y acompañan sus cantos tradicionales.