Las madres nʉkak son muy cariñosas con sus hijos. Los lactan por más de dos años y tan pronto empiezan a gatear y dar sus primeros pasos, les hacen estructuras con fibras vegetales para que se apoyen y aprendan a caminar, los cargan hasta que ya son grandes y aprecian su compañía. Les enseñan a compartir y ser autónomos con consejos y sin castigos físicos. Aunque un niño nʉkak es criado por todo su grupo familiar, solo sus padres lo corrigen.
Los Nʉkak se organizan en grupos que ocupan distintas partes del territorio tradicional. Así, los wayari muno viven cerca del río Guaviare; los mipa muno en el margen norte del río Mipa o Inírida; los meo muno, o gente de la coronilla, en el noroccidente; los muhabe muno en las zonas inundables; los takayudn muno en el centro y los wana-muj muno en el caño donde se da el árbol de wana (laurel).
Estos grupos se dividen en grupos locales, integrados por parientes consanguíneos y afines (cuñados), que se unen o separan a su antojo. Cuando se encuentran, comparten alimentos, bebidas, historias tradicionales, solucionan sus problemas e intercambian parejas.