Tres son los mundos que hay. Bak, la Casa de la Danta, está debajo de Yee, nuestro mundo, nuestra selva. Y volcado sobre nuestro mundo, como un canasto boca abajo, está Jea. En Bak vive la gente de abajo, los bak muno, que a veces suben a nuestro mundo, Yee, para alimentarse. Entonces los vemos como si fueran jaguares, venados, dantas o saínos. Los bak muno no pueden subir a Jea, el firmamento, arriba, pero nosotros sí. En Jea, Cheujumka, el que tiene la cabeza pequeña, es dueño de cuanto existe; allí también viven el sol, la luna, los buitres y los espíritus de nuestros muertos, los takueyi. Todos ellos son los jea muno y pueden venir a nuestro mundo y a Bak.
 
Tres son los espíritus que tenemos las personas y los liberamos al morir. El nepi va a Bak, el nemep se queda en Yee, y el mik baká, va a Jea. En Jea, los takueyi, espíritus de nuestros parientes muertos, llevan a nuestros mik baká a vivir a sus casas. Los takueyi de nuestras familias también vienen a nuestro mundo, nos acompañan y protegen, pero si no somos chamanes no los vemos.
Solo los que saben, los chamanes, ven a la gente de los otros mundos como gente. Son los que saben. Los que respiraron el eoro, sustancia ritual dada por los takueyi. Ellos pueden curar. Ellos pueden hacer que su mik baká, su pensamiento, vaya a Jea y se vuelva un mono chi’chi, trepe en la palma de milpeso, sacuda sus hojas y haga caer sus frutos para que estos resbalen a los árboles de nuestro mundo y los hagan florecer y llenarse de frutos.