En un principio, todo era agua y no había tierra. Entonces llegaron Laman y Wamek. Anduvieron por todas partes y no encontraron nada. Entonces, Wamek pensó: "No hay tierra". Y consiguió cera, la amasó como para hacer una arepa, bien redondita, la puso sobre las aguas y le prendió candela, como se enciende un fósforo. Esta cera se fue derritiendo y así se formó la tierra. Por eso la tierra es redondita como un tiesto.
Después pensó: "¿Qué voy a hacer ahora?". Y entonces hizo todos los palos y hojas para hacer casas y estos crecieron. Y se dijo: "Voy a hacer casa" y la hizo, separada de su hermano. Y después pensó de nuevo. Como no había animales, ni nada, Wamek hizo todo: animales, caños, ríos, plátanos, maíz, caña, yuca… Todo lo hizo.
En otra parte había otra gente, los Oinü. Estos mandaron dos muchachas, una para cada hermano. Como Laman no trabajaba, Wamek lo mandó a traer agua para que las encontrara, y así fue y estuvo jugando con ellas. Pero ellas no quisieron vivir con él, porque era perezoso, y se fueron con Wamek.
Envidioso, Laman fue donde los Oinü, consiguió una culebra guacamayo y la puso en una viga de la casa de Wamek. Al pasar este bajo la viga, el animal lo picó y Wamek murió. Laman se escondió debajo de la tierra y los Oinü también.
La abuelita de Wamek le cortó el pelo, pero él volvió y le pidió agua caliente para lavarse la boca y volver a esta tierra. Como ella no quiso, él se fue para arriba. Allá no había nada, entonces él mismo hizo el cielo, y ella se fue con él.