Pese al continuo intercambio con otras culturas y especialmente con la sociedad mayoritaria, los Korebajʉ han conservado en buena parte sus costumbres y la ritualidad alrededor del consumo de la planta medicinal llamada ayahuasca o yagé.
Precisamente por el poder que tenía para mediar entre los mundos natural y sobrenatural, dada su edad, sus conocimientos y habilidad para leer las visiones que le procura el yagé, el chai, un chamán, era el mayor que tenía la autoridad espiritual y política de una comunidad. Pero este papel del chai se ha debilitado, al agruparse los Korebajʉ en torno a un cabildo y un gobernador o capitán, lo cual ha sido impulsado por misioneros religiosos cristianos. Estas nuevas  figuras de mando se asocian a la relación con el castellano y con lo escrito. En tanto que la fuerza del chai reside en su conocimiento de la medicina tradicional. Así, si bien muchos Korebajʉ son cristianos, reconocen la autoridad de los mayores, especialmente de los chamanes o chai tomadores de yagé. De este modo, no solo distinguen a la cabeza de la familia y la comunidad, sino que demuestran su respeto a quien tiene el poder espiritual y negocia con él.