Las manos de doña Herminia son las de una mujer que ha trabajado mucho, desde que era una niña. Han recogido leña, cocinado, sembrado, lavado, traído niños al mundo... También han tejido, con lana de ovejo, desde que se hizo mujer: primero una jigra; luego, al casarse, una ruana para su marido, la jigra para que él lleve la hoja de coca; después, al ser madre, los pañales de sus hijos. Han tejido siempre. Han trabajado siempre.
Doña Herminia Sánchez es partera, ayuda a que nazcan los bebés. Ella cuenta que como partera está pendiente de cada mujer que va a ser madre. A partir del quinto mes de embarazo, soba su vientre para ayudar al bebé a acomodarse y nacer bien, de cabecita.
Ella le sugiere a la futura mamá que se haga acompañar del médico tradicional todo el tiempo y que cuando falten dos meses para que nazca el bebé, evite montar a caballo y caerse. Si le duele la cabeza, doña Herminia le aconseja tomar aguas de manzanilla, canela, llantén y anís.