Es una mañana cálida e iluminada, los pájaros cantan y murmuran los insectos. Sus voces no las interrumpen ni el cacareo suave de una gallina ni el lejano canto de un gallo. Cerca, en el fogón donde se prepara el desayuno, cae la tapa metálica de una olla. Muy suave los Wiwa conversan, y de repente alguien hace sonar una maraca tres veces. Continúan el sol y los murmullos de los pájaros.