El territorio tradicional del pueblo Ette Ennaka fue el río Ariguaní, pero de allí fueron desplazados hacia las sabanas del municipio de San Ángel (Magdalena) cuando se establecieron las haciendas ganaderas. Se volvieron peones de los hacendados y no pudieron seguir practicando su cultura: se les prohibió usar la flecha, pintarse con achiote, hablar su lengua. Ellos ocultaron su cultura, la practicaron a escondidas y esto los llevó a sentir vergüenza de ser indígenas, se casaron con waachas (no indígenas) y se volvieron campesinos. Dicen que con la ocupación de su territorio por el waacha (el no indígena) se introdujo el desequilibrio en el mundo y en sus vidas: Yaao sembró la montaña, pero el waacha la arrasó para su beneficio económico, primero para explotar el árbol de bálsamo, después para la ganadería. Y la desnutrición y las enfermedades persiguen a los Ette. En tiempos recientes los grupos armados ilegales hicieron que volvieran a desplazarse de los resguardos; luego de estar varios años en Santa Marta con algunos apoyos institucionales estos desplazados se ubicaron en una finca en Gaira, a la que llamaron Nara Kajmanta (Madre Tierra).