El respeto y el cuidado por cuanto les dio Katsa tɨ, el árbol grande, marcan la vida de los Awá. Cazan, recolectan y siembran en su lluvioso territorio ancestral sin pretender acumular más tierras que aquellas que pueden sembrar y cuidar en familia. Para ellos todos los seres y partes de la naturaleza están hechos por lo mismo y pertenecen a todos. Los animales y plantas, los espíritus que los protegen y les dan las normas y castigos les imponen las condiciones para mantenerse, vivir y comer en su mundo, en su montaña. Es tan estrecha la relación entre ellos y la naturaleza que los Awá valoran su territorio más que la misma vida.