El sol es nuestro primer dios, porque de él recibimos la vida y la luz para ver las cosas buenas y malas. El dios se transformaba en dos gemelos para crear las cosas. Una vez, los gemelos tumbaron la gran ceiba para originar los ríos: del tronco se formó el Amazonas y de las ramas, todos los ríos y quebradas que desembocan en él. El Creador les ordenó echar al río todas las astillas que habían salido al tumbar la ceiba para hacer los peces, así la gente de la futura generación tendría qué comer. Entonces, los gemelos pensaron en cómo originar al pueblo Yagua y le pidieron a su abuela que les preparara harto masato. Ella les preguntó para qué tanto si ellos solo eran dos y ellos le dijeron que todo lo que veía, todos los árboles, eran gente. Entonces, la abuela hizo mucho masato en vasijas de barro y este se aumentó. El hermano mayor, el más inteligente, le dijo al menor: “Ombligo, invite a nuestra gente a venir a tomar masato”. El menor golpeó entonces las aletas de toda clase de árboles. De ellas salieron los clanes Yagua: guacamayo, murciélago, picón, pava colorada, paujil, ardilla, cerbatana, ayawasca, daño... Dios despertó al pueblo Yagua, los gemelos lo reunieron, lo invitaron a tomar masato y, durante la fiesta, le dieron las reglas sobre cómo vivir y organizarse.