El mamo o la saga consultan al mundo espiritual qué nombre le corresponde al bebé recién nacido. Para esto tienen en cuenta si nació en la noche o en el día, el linaje de su padre y de su madre, la posición de las estrellas, el propósito de su vida. Una vez le dan un nombre, los adultos pueden volver a comer sal, pues su espíritu ya ha volado y la pesada sal puede retenerlos en este mundo. Y celebran el bautizo con danzas y comida que ha llegado un wiwa más a sus vidas y a su territorio.