Ocho días después de que nace un bebé Totoroez, el médico tradicional coge su sombra y la mete en una bolsa de tela que cuelga de su cuello, con una medicina. Si esto no se hiciera, un espíritu malo o una energía negativa se le metería al bebé y este enfermaría. También cuando una persona muere es necesario sacar su sombra para que no se quede por ahí su espíritu y busque a los bebés. Estos siempre deben estar protegidos.
Tradicionalmente en una vivienda vivían solo los papás y sus hijos. Pero hoy estos suelen permanecer en casa con las familias que conforman al crecer, cuando se enamoran y escogen sus parejas en otras veredas de Totoró. Así, hasta cuatro familias pueden vivir bajo un mismo techo. Juntos trabajan la huerta, lo que fortalece su productividad y favorece que sus conocimientos y costumbres pasen de unos a otros, por medio de la palabra y de la observación.
Desde 1970 los Totoroez han trabajado para recuperar y revitalizar su lengua. Dice don Nemesio Bolívar: “Es mejor cultivar clavel, que es la propia lengua de uno. No la debemos olvidar. Para ser uno indígena neto tiene que hablar la lengua.” (Fundalectura, 2016)
Si quieres saber más sobre los totoroez, Pide a los mayores que lean contigo