Cuentan algunos abuelos Jiw que el mundo no es todo lo que vemos. Debajo de la tierra hay otro nivel en el que viven los morenos Oinü, de pelo largo y crespo, que duermen de pie. Allí también viven los Kinhilhiw, que carecen de ano, y Laman, que sostiene la tierra; cuando él se desacomoda, la tierra tiembla. Sobre la tierra hay varios cielos, uno encima de otro. En el más cercano a nosotros viven los pájaros y están los astros. En el que le sigue moran los muertos; allí es de noche cuando acá es de día y cuando acá llega la noche, allá llega el día. Los médicos tradicionales pueden visitarlos. Sobre ese cielo, hay otro cielo, en el que vive el dios Kuwoi. Algunos abuelos dicen que allí también vive Wamek y otros dicen que este vive en un cielo que hay más arriba.
El casabe y la chicha de yuca están entre los alimentos favoritos de los Jiw. Lo que más cultivan es yuca, dulce y amarga o brava. El pescado moqueado (ahumado lentamente) y servido con ají. Los grandes caimanes o babillas, a los que llaman cachirres, y otros animales que cazan: dantas, osos, lapas, micos, tortugas e ¡iguanas! Para algunos esta es la mejor comida, y dicen que les recuerda la carne de cerdo o de pollo, pero más rica. También les encanta el mojojoy, la sabrosa larva de varios tipos de cucarrón que crecen en las palmas de seje. A los niños les gustan las guamas silvestres, los chontaduros y la uvas caimaronas.
Si bien un poco más de la mitad de todos los Jiw hablan su idioma materno, en el resguardo de Barrancón son mayoría las personas que lo dominan pues los niños aprenden a hablar en su idioma antes de aprender el español y en la comunidad siempre se habla en jiw.
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